El mundo está muy revuelto, no es ninguna novedad. En todos lados, cerca nuestro y lejos nuestro, vemos cosas raras, caras raras, miradas raras. Y más que nada lo raro en estos casos está ligado a la ausencia de sentido. No sabemos cómo catalogarlas, y hay que volver a repensar eso que tenemos enfrente. Lo que antes servía ahora no sirve, lo que antes era entendible, ahora no es compatible con la realidad que día a día vivimos.
Según dicen los que saben, esta convulsión mundana tiene que ver con un acelere en nuestra frecuencia de vibración como seres humanos. Estamos realizando el cambio inmersos en el caos que genera la aparición del nuevo orden. Amo cada vez más las paradojas, y ésta es una de ellas, estar en el caos porque vamos camino al orden. Poéticamente: el caos tiene su propia lógica para llegar a ordenarse.
Esto tiene que tener algo divertido, sin lugar a dudas, y para mi esta diversión reside en encontrar similitudes en las diferencias. Buscar y encontrar puntos en común entre pensamientos que parezcan muy lejanos, no sólo por el punto geográfico en el que se desarrollan sino también por el entorno cultural en el que se originan.
Hace mucho tiempo, y por distintos lugares, aparecía ante mi vista un libro pequeñito. Y por h ó por b nunca me decidía a leerlo. Hasta que esta semana, incursionando por vez primera en los libros virtuales, tomé la decisión de hacerlo. Lo disfruté desde la primera página hasta la última. No sólo por lo que dice, sino por cómo lo dice.
El autor es un divulgador de la cultura tolteca. Y aunque asi escrito parece que estuviera hablando de una civilización de no sé cuántos siglos atrás, no se imaginan lo cerca que está de nosotros a nivel espiritual. Una civilización que no tenía luz, compu, celu y confort tenía en su esencia filosófico-espiritual palabras que necesitamos hoy.
Como en cualquier sistema espiritual se trata de ir para adentro, de conectarse con uno mismo para poder salir del “mitote”, la realidad que cada uno vive estando fuera de si mismo, un sueño que cada uno elige cuando da respuesta inmediata a los patrones mentales con los que se cria, ó con los que uno se “domesticó” desde pequeño. Les suena?
La clave para salir del ensoñamiento en el que estamos radica en cuatro acuerdos, a saber:
- Ser impecable con nuestras palabras
- No tomar nada personalmente
- No hacer suposiciones
- Hacer siempre lo máximo que se pueda
Nada más y nada menos. Para el primer consentimiento, toma en cuenta que las palabras tienen poder, son “hechizos” que uno debe utilizar diariamente para crear magia blanca. Luego de entender esto, el próximo paso es trabajar sobre nuestro emocional, aprendiendo a no hacernos cargo de lo que les pasa a los otros ó a lo que los otros dicen de nosotros. De allí al tercer paso, no suponer nada, perder el miedo a preguntar y no dar nada por sentado. Cuando suponemos, vemos cosas donde no hay, construimos más sueños sobre el sueño. Por último, hacer todo de la mejor manera que se pueda.
Curiosamente el cuarto acuerdo está muy relacionado con un concepto que está considerándose particularmente en estos tiempos y que es el concepto de excelencia, como contrapunto de la exigencia. Quien se basa en la exigencia quiere hacer perfectamente bien todo lo que realiza. Quien se basa en la excelencia tiene como premisa hacer lo mejor que pueda cada cosa que tiene que hacer, dando el máximo de si mismo en cada acción, sin castigarse ó manipularse con la culpa cuando algo de lo que hace no llega a ser del todo bueno.
Son cuatro puntos que actualmente se pueden encontrar en cualquier buen libro de espiritualidad ó autoayuda. O que se pueden escuchar de las bocas de cualquiera de las personas que realizan trabajos serios en estos ámbitos. Tal vez con palabras distintas pero coincidentes en el mensaje.
Incorporar los acuerdos en nuestra vida implica repetición constante de ellos en cualquiera de nuestras situaciones diarias ( el mismo método se usa en Metafísica), porque solo “ la repetición hace al maestro”. Y agrego yo, el hombre, es un animal de costumbre, y las costumbres sólo se aprenden a través de la repetición del ritual que conllevan.
Si les interesa leerlo y disfrutar del libro les paso la data: “Los cuatro Acuerdos. Miguel Ruiz. Ediciones Urano”.
Tiene dos ó tres cosas más que son muy interesantes pero son anexos de estos cuatro puntos fundamentales. Seamos buenos abogados de nuestro corazón y de esta oportunidad de aprendizaje que nos regaló el universo y que se llama vida. Usemos la práctica y la repetición de cosas buenas con sabiduría.
